En un post anterior, del mes pasado, les conversaba sobre los 3 pasos a considerar en el proceso de escritura. Me enfoqué mucho en mi proceso y en como trato la escritura como si fuera un proceso cinematográfico en su armado. En esa ocasión, también les comentaba sobre que significa para mí toda la «pre producción» de mis historias y de cómo no tecleo una sola palabra hasta que tengo toda la estructura en mi cabeza.
Por lo general, el proceso de producción propiamente dicho (que es cuando me decanto por escribir sin parar) dura muy poco. Ha sido tanto el camino recorrido para poder dar con la historia y su estructura, que las dudas y obstáculos mayores han sido disipados, como una niebla en alta mar que desaparece de repente. Eso me ayuda a enfocarme a escribir sin editar y simplemente dejar ir de mi cabeza lo que tengo por decir.
Recientemente participé en un podcast, que será publicado pronto de la mano del escritor J.C. Sanabria, donde me preguntaron si con este método doy pie a cambios, o si más bien, lo que digo en el mapa es santa palabra y no acepto ni una coma diferente. La verdad es que, en mi caso particular, siempre voy analizando la historia, incluso en su proceso de producción. Esto lo que significa es que, si algo no tiene sentido, lo cambio. Si algún personaje no funciona, lo elimino. Si la estructura que tenía en mi cabeza ya no se ve bien en papel, vuelvo a la pizarra de cambios.
Muy pocas veces en mis procesos tengo cambios grandes, pero eso no quiere decir que no los tenga. Como habrán leído en alguna otra parte de mi sitio web, quizás el cambio más grande que he tenido en «ÁGUILA CIEGA», que es mi primera novela, fue cambiar a Gerart Strait por Janet Strait. Incluso cuando ya tenía un mapa muy claro de cómo desarrollar la historia de Gerart. Estas cosas pasan, y no significa que al cambiarlas mi historia original esté mal. Simplemente significa que encontré una mejor manera de contar la historia.
Gracias a este proceso tecleo sin parar. Sin miedo. Sin dudas. Sin ser cohibido. Mi primera audiencia soy yo y, muy recurrentemente, soy muy difícil de complacer con una historia propia. Tengo la capacidad de disfrutar las ajenas sin miramientos extras de escritor. Puedo gozar de las las historias de otros colegas como uno más de la audiencia, lo que me permite vivir sin las preguntas comunes de los escritores sobre porque alguien más tomó una decisión y otra.
Cuando ya he terminado de escribir mi primer manuscrito, lo guardo de 4 a 6 semanas y me olvido por completo mientras escribo otro manuscrito de otra cosa. Así le doy tiempo al pastel de que enfríe posterior a sacarlo del horno y de esa forma poder disfrutarlo tranquilamente cuando llegue el momento.
Nos leemos pronto para la parte final, la Parte III. Les contaré sobre mi proceso de edición y como es el más largo de todos los procesos que trabajo en una historia.
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